
Los medios miserables | Valencia Plaza
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El jueves 19 de febrero a las 10:42 de la mañana _La Vanguardia_ publicaba la siguiente noticia: "Investigan la muerte de una mujer tras comer en un restaurante con estrella
Michelin", y SENTENCIABA LA IMAGEN PÚBLICA DEL RIFF Y DE BERND H. KNÖLLER, propietario y cocinero. Sin piedad. El alemán en la picota y un puñado de medios disparando sin cuartel ni
medida en busca del clic. Nuestro amarillismo más rancio en busca de carnaza. La encontraron. _GUÍA HEDONISTA_ es un medio valenciano, la pata gastronómica y de estilo de vida del grupo
EDICIONES PLAZA (grupo editorial de capital valenciano) y nuestra responsabilidad era —es— informar a nuestros lectores y a la ciudadanía de lo que sucede en nuestro sector: la gastronomía.
Pero de ahí a lo que publicó _El País__ _(¡_El País_!) hay un mundo, se llama RESPETO: "18 clientes del restaurante RiFF de Valencia en el que murió una comensal también tuvieron
molestias", sin que Sanidad hubiera dicho esta boca es mía y por supuesto sin ningún informe oficial de Toxicología sobre la mesa. No murió en el restaurante, murió en su casa, y esto
no sé qué nombre tiene, pero sí se el que no tiene: periodismo. Foto: KIKE TABERNER En 1993 el Consejo de Europa aprueba la Resolución 1003 sobre ética del periodismo y en él se dibuja el
código deontológico que enmarca la profesión; os dejo algunos apuntes: _El respeto a la verdad / Contrastar los datos con cuantas fuentes periodísticas sean precisas / Perseguir la
objetividad aunque se sepa inaccesible_. ¿Dónde han quedado las buenas intenciones estos día de carnaza? Yo no las veo en _El Español_,_ "_La chulería en TripAdvisor del chef de las
setas con las que se intoxicó María Jesús en Valencia"; ni en Cuatro ("Comimos lo mismo que la mujer que murió"), ni en _El Mundo__ _(en su edición de València, además) con
esta lindeza: "¿Cómo es posible morir por la ingesta de setas en un restaurante Michelin?". ¿No deberíamos esperar a los resultados antes de señalar al culpable? Es un poco el
escenario que plantea BILLY WILDER en esa obra maestra llamada_ __El gran Carnaval_: el periodista Charles Tatum (KIRK DOUGLAS) se topa de bruces con la, intuye, será la exclusiva de su
vida: un minero indio queda atrapado en una mina de Nuevo México y se monta un circo en torno al posible rescate. Exactamente el mismo grotesco espectáculo televisivo de las niñas de
Alcácer y Julen en el pozo de Totalán, pero cincuenta años atrás —en la película, en determinado momento Jacob Q. Boot, el director de su periódico, y tras ver el cartel en su puerta (_Di la
verdad_) le manifiesta: "Entonces le preocupa poco la verdad...", a lo que Chuck contesta: "No como para pararme. Estoy en el camino de la gran noticia de mi vida y no me
preocupa hacer tratos con un algún _sheriff_ desalmado, y si tengo que aderezarlo con una maldición india y con una esposa desconsolada, tampoco me importa". Qué miserable es nuestro
mundo a veces. El gran Carnaval